Para los que tus cuentos fueron un acercamiento a la lectura, para los que nos vimos reflejados en tus palabras, tu partida sigue estando muy cerca. Yo te imagino desde algún lugar, observando como un pájaro...
Uno abre la puerta y
sale a la calle con un infierno escarbándole las entrañas. Afuera, la siesta
del domingo transcurre silenciosa y quieta, como si no pasara nada. Y no pasa
nada, hermano, no pasa nada. Si después de todo, es apenas un partido más. Un
partido más entre los miles de partidos que han jugado los clásicos equipos
rosarinos. ¿O acaso uno piensa o alguien se acuerda de cómo salieron en el
primer partido del año 75? ¿O en el segundo? Ni uno mismo lo sabe. Ni se
acuerda. Son emociones momentáneas, pasajeras. Intensas pero fugaces. Un dolor
profundo, una alegría enceguecedora pero que al día siguiente se va…
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